Os escribo desde el avión que me lleva de vuelta a casa, después de un Gran Premio de Canadá que nos ha devuelto a la cruda realidad de una temporada de Fórmula 1 llena de sinsabores. Animados por haber podido terminar la carrera en Estambul, la semana siguiente en casa fue más placentera de lo habitual.
La partida hacia Canadá fue el miércoles. En esta ocasión salíamos tarde, pero ya pude comprobar que cruzar el charco y viajar al oeste te hace ganarle tiempo al reloj. Así que, cuidadín con el jet-lag. En este viaje mi compañero fue Oriol Rodríguez, el enviado especial de Catalunya Ràdio a la Fórmula 1.
Llegados a Montreal a las 2 de la tarde hora local, tuvimos que esperar más de una hora para pasar los estrictos controles de visados. Con un pasaporte lleno de sellos y visado de turista para Canadá, lo mejor es decir que somos fans de Pedro de la Rosa y le seguimos por todo el Mundial. No es mentir, pues en esto sólo se puede trabajar si tienes mucha afición.
Una vez en el hotel comienza mi trabajo con terapia de recuperación del viaje, cena y a dormir… o al menos a intentarlo. El jueves se hizo muy largo gracias a la lluvia, pero parece que ya estamos acostumbrados a que nos llueva. Al final del día, con todo el material preparado, decidí ir al gimnasio a pegarme una buena machacada con el objetivo de dormir mejor que la noche anterior. Me ganó el jet-lag la partida de nuevo… a las 5 de la madrugada ya estaba con los ojos abiertos, tiempo que aproveché para irme otra vez al gimnasio.
El circuito Gilles Villeneuve está en una isla artificial a la que se accede por un único puente. De todos los que he visitado hasta el momento, éste es el que más me ha gustado, especialmente por el entorno. Este año me estoy haciendo el doctorado de aviones, aeropuertos, circuitos y poco más, porque lo que es turismo y visitar ciudades, más bien poco y desde el coche en los trayectos aeropuerto – hotel – circuito.
Llega el viernes. Durante los entrenos libres ya pudimos comprobar que la cosa iba a estar complicada. El sábado se confirma, cuando en la Q1 Pedro de la Rosa se clasifica “por los pelos” y Kobayashi se queda fuera de la Q2. Desde mi punto de vista en el muro a pie de pista, te das cuenta de que jugarse el tipo para quedar 17º en entrenos no vale mucho la pena, pero es el trabajo del piloto. En fin, otra carrera saliendo desde atrás y está claro que vamos a sufrir mucho.
El domingo la carrera se adelanta a lo que es el horario habitual en Europa. Corren a las 12 para que Europa vea las carreras a las 6 de la tarde en directo. Lo habitual saliendo desde atrás, es que Pedro haga una salida perfecta, pero Petrov hace un trompo delante de él y le golpea dañando el alerón. Después de pasar por boxes, toca recuperar el tiempo perdido. Remontada hasta el 13º y parada a cambiar neumáticos, ya que este circuito es como una lija gruesa.
Seguimos de remontada esperando algún incidente menor que haga salir el coche de seguridad y agrupe el pelotón, pero nada. Con Pedro remontando y 14º, comunica que tiene un problema en el motor, sobre la vuelta 20. ¿Os suena de algo la historia? Motor nuevo de este fin de semana, motor roto.
Con la decepción pero sin perder el horizonte de la siguiente carrera, que será en Valencia, comienza la vuelta a casa. Esa fue mi verdadera carrera: 15:15h, nos vamos. En el aeropuerto hay que estar antes de las 17:00. Hay que salir de una isla con un único acceso, pero con una “puerta trasera” que sólo abre 4 horas al día, y que está abierta hasta las 16:00h. Al aeropuerto hay 20 kilómetros. Haz números Miguel Ángel… Pongo el GPS y… deja de funcionar en el momento que más lo necesito. Con unas indicaciones insuficientes me equivoco de salida, toca retroceder, nervios, y como dice mi padre: “Dios aprieta pero no ahoga”. Una vez más lo entiendo. 16:45 llegada al aeropuerto, devuelvo el coche de alquiler y llego al vuelo de milagro.
Ahora sólo quiero descansar y que la próxima carrera nos depare mejor suerte. Buenas noches…
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