¿Qué tal? Os escribo aliviado por fin ya en casa, después de la odisea de este viaje.
Nuestra llegada a China fue el martes a las 7 de la mañana, con todo el día por delante para poder aprovecharlo y no justamente para ir de tiendas. Después de desayunar en el hotel, nada mejor que un poquito de deporte para desentumecer los músculos (recordad, deporte y Madform, deporte y Madform).
Esta vez nos conformamos con 45 minutos de bici estática, 35 minutos corriendo y una buena sesión de pesas y estiramientos. El plan ideal después de 18 horas de viaje… Esa misma tarde sí que aproveché para ir de compras por el centro de Shanghai, porque en los días posteriores ya metido en faena no me queda tiempo para nada y el poco que hay se necesita para descansar. Recordad siempre: 110%.
El nivel de los hoteles en los que estamos hospedados es increíble. En todos los lugares donde he estado de momento, te sientes en un ambiente más o menos occidental, como si hubiera un estándar mínimo, pero en cada sitio adaptado a su propia filosofía. Para nosotros, nómadas permanentes es ideal tener ciertas comodidades en los pocos momentos de descanso que hay.
Al día siguiente, rutina de miércoles: 45 minutos matinales corriendo por las calles y sesión de pesas en el gimnasio. Nunca había pasado tanto miedo a ser arrollado como corriendo por aquellas calles. ¡Qué peligro, vaya caos circulatorio! Encima llovía, pero un agua que no mojaba al momento.
El jueves pasamos todo el día en el circuito. La última sesión fuerte de entreno físico la hacemos el miércoles para que Pedro de la Rosa no se sienta sobrecargado para la competición. Esto es básico antes de competir en casi cualquier deporte: no sobreentrenar.
Las instalaciones del circuito son increíbles. Lástima que hace mucho frío y llueve un poco. Así no apetece salir a dar una vuelta.
Viernes, empieza lo bueno y tenemos por delante dos entrenos libres de hora y media en los que podemos constatar que este fin de semana vamos a sufrir de lo lindo. El circuito es muy rápido y el Sauber no es el monoplaza más adecuado a este trazado. El sábado, con la tercera sesión libre y la clasificatoria, pudimos comprobar los que ya esperábamos: este es un circuito muy rápido y nos falta velocidad.
El domingo pendientes de las previsiones meteorológicas. Quizá haya algo que Pedro pueda hacer para recortar la desventaja mecánica en caso de lluvia. Pedro de la Rosa sale 17º y se espera lluvia justo después de la salida. Nervios, tensión y todo el equipo rezando para poder hacer alguna jugada de estrategia.
Se da la salida. Pedro empieza bien, controlando la situación. Mientras en boxes la actividad es trepidante. Algunos pilotos deciden entrar a cambiar neumáticos y calzar mixtos. Mientras, Pedro remonta escalando posiciones y decide no cambiar gomas. Se coloca 4º. No me lo puedo creer… Yo ahí sacando la pizarra con un flamante “P4”. Es la carrera que estábamos esperando. El ingeniero pregunta continuamente si prepara el cambio de ruedas. Pedro dice que no, que sigue, que va bien.
De pronto, ¡mi****! Humo blanco. El motor se ha vuelto a romper. Pedro no te lo mereces. No es justo.
Hoy os voy a contar un secretillo que me confió Pedro después de la carrera. Fijaos hasta qué punto Pedro de la Rosa es el profesional que acredita su currículum y hasta dónde analiza todas las opciones. El motivo de no parar a cambiar ruedas y colocarse 4º, fue recordar lo que os he contado de la lluvia que tuvimos el miércoles: un agua que caía lenta y tardaba en mojar. Cuando todo el mundo pensaba en wet-track, él pensaba que tenía unas vueltas más en seco. Lástima el motor…
El colmo ya fue el caos que se organizaba para el regreso. El volcán islandés de nombre impronunciable por nosotros, -Eyjafjallajökull-, nos iba a liar la de San Quintín. La previsión era de una larga estancia en Shanghai hasta poder salir en avión de vuelta a casa. La mayoría de aeropuertos de Europa estaban cerrados por la nube de ceniza del volcán y el colapso era mayúsculo.
Toca buscarse la vida. Pedro de la Rosa y su mujer consiguen plaza en un chárter que ha fletado Ferrari. Yo de momento me quedo en tierra, a comer arroz tres delicias en lugar de paella. Pero Pedro no quiere dejarme tirado, así que me dice “ven con nosotros al aeropuerto que tú te montas en ese avión”. Alguien se quedaría en tierra para que yo me subiera, pero Massimo, Team Manager de Ferrari me hizo un sitio con ellos. Y se lo agradezco profundamente.
El viaje ya poco importaba qué ruta tomara: íbamos rumbo a casa. Shanghai – Dubai – Niza (allí me despedí de Pedro hasta Barcelona) y por fin “hogar, dulce hogar”.
Un viaje atípico, con todos los pilotos viajando en “Turista”, nada de “Business” o “First Class”. Fernando Alonso, Massa, Liuzzi, Buemi, Pedro… sólo faltaban los cánticos de autocar del colegio, “para ser piloto de primera, acelera, acelera…”
Desde la época del Centro de Terapia Móvil MADFORM que no vivía tantas anécdotas. Todo un máster en la universidad de la vida.
No me enrollo más. Voy a descansar, que la próxima carrera es en casa y promete.
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