¿Ayuda practicar deporte cuando se padece ansiedad o depresión? La respuesta corta es sí, sin duda. A día de hoy existe una buena cantidad de estudios que demuestran que el ejercicio físico alivia los síntomas de un estado depresivo o ansioso. Pero intentaremos ir un poco más allá, echando un vistazo a los porqués de ese efecto beneficioso y a la manera de enfocar la práctica deportiva cuando nuestro estado de ánimo no es el mejor.
¿Por qué es efectivo el deporte contra la depresión?
El efecto del deporte sobre el estado anímico ha recibido menos atención que sus beneficios físicos. Pero sí pueden explicarse al menos parte de sus ventajas de una forma objetiva. La actividad deportiva estimula la liberación de endorfinas, conocidas como hormonas de la felicidad por la sensación de bienestar, e incluso euforia, que proporcionan. El ejercicio mejora también los sistemas cardiovascular y respiratorio, y facilita la regeneración de nuestro organismo al eliminar toxinas y activar el sistema inmunológico.
Desde un punto de vista más general, cualquier persona que practique deporte regularmente conoce bien los aspectos positivos que aporta a nuestras vidas. Dejando a un lado lo estrictamente físico, el ejercicio ayuda a que la mente se relaje y deje de tener presentes las preocupaciones diarias. Además, facilita el contacto social y refuerza la seguridad y la confianza en uno mismo. Esto último es especialmente importante contra la ansiedad, pues la autoestima a menudo se ve afectada en una fase depresiva y cuesta encontrar motivación para ponerse en marcha cada mañana.
¿Cómo combatir la ansiedad con el ejercicio físico?
Hay unanimidad sobre los beneficios del ejercicio practicado por una persona en un estado de ansiedad leve o moderada. Con una depresión severa ya no resulta tan claro ese efecto, por lo que conviene consultar con el médico antes de nada.
En la mayoría de casos, sin embargo, los deportes serán uno de los mejores apoyos en la lucha por salir del bucle depresivo. Aunque para eso debes tener en cuenta algunas cosas: no te impongas el entrenamiento como una obligación, ni pienses en resultados concretos (olvida las marcas si eres corredor), ni te plantees el ejercicio con una intención que no sea, simplemente, la de disfrutar.
Tiempo tendrás para exigirle cosas al cuerpo, pero no subestimes tu ansiedad. No te pidas más de lo que puedes dar y sé realista. Es mucho más acertado plantearse una sesión deportiva moderada tres veces a la semana, que pretender hacerla a diario. Así pueden llegar la frustración y un efecto contrario al que buscamos. Recuerda que no hay ninguna prisa, y recuerda, sobre todo, elegir una actividad física que te atraiga y con la que lo vayas a pasar bien.
Hay que dejar claro que, en ciertas fases de un estado depresivo, el deporte no puede funcionar como sustituto del tratamiento médico o farmacológico. Pero sí les puede prestar una gran ayuda y acelerar considerablemente tu recuperación. Si no has llegado a ese punto, pero adviertes leves síntomas de depresión, el ejercicio puede convertirse en la terapia más natural y efectiva para evitar males mayores.
¿Hay deportes mejores contra la ansiedad?
La principal característica del deporte que elijas, como ya hemos comentado, debe ser que te guste. Solo así lo practicarás de forma regular y durante un período de tiempo suficiente para notar sus beneficios. Pero es verdad que, en términos generales, parece haber un tipo de actividad con mayor eficacia como ansiolítico.
Se trata de los ejercicios aeróbicos, como correr, caminar, hacer remo o subirse a una elíptica con regularidad. El ciclismo y sus beneficios también están en esa lista. Pero además de sudar la camiseta, trata de dedicar algún tiempo a prácticas que favorecen la relajación, como el yoga o los simples ejercicios de estiramiento. Tu cuerpo se librará de tensiones y la calidad de tu sueño aumentará.
El objetivo del deporte es hacer tu vida mejor, y lo consigue casi siempre. Recuérdalo cuando tu estado de ánimo pase por una mala racha.
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