Es improbable que un deportista no sufra, a lo largo de los años, algún tipo de desgarro muscular. Su tratamiento se basa en el frío, el reposo y la rehabilitación. Pero es posible reducir el riesgo de lesión con terapia preventiva, buenas rutinas de calentamiento y estiramiento, y ayuda de cremas deportivas específicas.
Si no tienes muy claro qué hacer en caso de desgarro muscular ni cómo prevenir ese fastidioso percance, deberías seguir leyendo.
Qué es un desgarro muscular
Básicamente, un desgarro es el rasgado o rotura de las fibras musculares. A menudo se produce tras una contracción brusca del músculo, y sus síntomas suelen consistir en dolor agudo y la aparición de un hematoma al romperse también los vasos sanguíneos de la zona. Es una de las lesiones de gemelos más frecuentes entre los corredores, que también las pueden sufrir en sóleos, isquiotibiales y aductores.
La gravedad del desgarro está determinada por el número de fibras musculares rotas. Algunos profesionales incluyen dentro de la definición de desgarro muscular las roturas totales de fibras, mientras otros limitan el concepto a las parciales. Lo más habitual, en cualquier caso, es una clasificación en tres grados similar a la siguiente:
- En el grado 1 se incluirían aquellas microrroturas fibrilares que afectan a un porcentaje mínimo del músculo (inferior al 5 %) y hacen aparecer un pequeño hematoma.
- Al grado 2 corresponderían las roturas parciales de cierta importancia que superan ese 5 % e impiden, desde el momento de producirse, que el músculo desempeñe su función.
- El grado 3 es la rotura o desgarro completo del vientre muscular. Es el caso más grave y su recuperación suele requerir entre dos y tres meses, o un plazo mayor si es necesaria la cirugía.
¿Cuál es la causa de una rotura de fibras?
En gran medida, el origen de la lesión está en errores evitables con prácticas preventivas y rutinas adecuadas. Estos son los fallos más comunes:
- Un calentamiento insuficiente, que provoca que el músculo no esté bien acondicionado para el ejercicio.
- Una mala condición física causada por el sedentarismo, que debilita las fibras musculares y las hace más vulnerables.
- Una alimentación o hidratación inadecuadas.
- El sobreentrenamiento, o una exigencia exagerada para nuestra capacidad o estado de forma.
- Los estiramientos realizados de forma incorrecta o cuando el músculo no está suficientemente caliente.
- Una elección de calzado errónea (algo especialmente importante entre los runners).
¿En qué partes del cuerpo son más frecuentes las roturas?
Piernas
La rotura fibrilar en la pierna es común entre corredores, y cuando se localiza en la pantorrilla suele afectar a sóleos o gemelos. Pero el muslo tampoco está libre de riesgos, y en deportes que exigen carreras y saltos explosivos resulta habitual el desgarro de cuádriceps.
Espalda
La zona lumbar es otro de los puntos críticos, algo debido a los traumatismos o sobreesfuerzos que a veces realizamos al levantar pesos. La misma causa suele encontrarse tras los desgarros del pectoral y de la musculatura del brazo.
Hombros
El manguito de los rotadores es un grupo de músculos que actúan conjuntamente para permitir que el hombro tenga buena movilidad y estabilidad, y que resultan muy exigidos tanto en los deportes de lanzamiento como en determinados ejercicios de gimnasio. El desgarro puede llegar por estrés o por algún traumatismo que provoque un estiramiento violento de sus fibras.
Abdomen
Por último, y aunque quizá no sea la zona más propensa a las lesiones, no hay que olvidar la región abdominal. En deportes como el tenis o el pádel, los oblicuos y el recto soportan una gran carga de trabajo, por lo que no es raro que sin un buen calentamiento acabe produciéndose un daño muscular de mayor o menor grado.
Cómo prevenir las roturas fibrilares
Las terapias deportivas preventivas han de partir de algunos aspectos clave. Debes tener en cuenta posibles lesiones anteriores para evitar recaídas, revisar tus hábitos alimenticios, posturales y de descanso, y confirmar con un profesional que tu rutina física es equilibrada.
Es indispensable que mantengas una buena disciplina de calentamiento antes de entrenar y te tomes tu tiempo para hacer estiramientos suaves al terminar. Son los dos momentos con mayor riesgo de lesión, pues el músculo no está todavía acondicionado en el primero y puede encontrarse ya deshidratado en el segundo.
En ambos casos te puede ayudar una crema deportiva de calidad: MADFORM Cremy Gel está indicada para el calentamiento por su efecto vasodilatator, y resulta idónea para las lesiones crónicas y la prevención de contracturas. MADFORM Sport Formula, por su parte, ayudará a que tus músculos se recuperen mejor y te protegerá frente a pequeños traumatismos. Y otra opción para después del entrenamiento es MADFREEZE, un gel de absorción rápida perfecto para el alivio de músculos cansados o doloridos.
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Cómo curar un desgarro muscular
La primera medida aconsejable es la aplicación de frío (ya sea con bolsas de hielo o con gel) para reducir la inflamación. Tampoco estará de más un masaje que favorezca el drenaje de la zona afectada. Por supuesto, el reposo es esencial durante los primeros días, en los que además puede resultar beneficioso un vendaje compresivo.
En caso de lesiones muy severas, el tratamiento puede incluir antiinflamatorios y analgésicos para aliviar el dolor y la inflamación.
Superada la fase aguda y transcurridos cinco o seis días, es conveniente empezar con algunos movimientos suaves y controlados que ayuden a reactivar las fibras dañadas. Después, con toda la prudencia del mundo, vendrán los ejercicios de estiramiento para recuperar la flexibilidad progresivamente y la vuelta gradual a la actividad física y deportiva.
El empleo de nuestras cremas para desgarros o lesiones musculares ayudará también a una recuperación más rápida. Y si te estás preguntando, precisamente, cuánto tiempo tarda en sanar un desgarro muscular, la respuesta depende del grado de intensidad de la lesión. Las leves pueden curarse en unos diez días, y las graves quizá necesiten dos o incluso tres meses.
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