Quienes hayáis jugado al balonmano con cierta regularidad conocéis bien de qué vamos a hablaros hoy: un deporte duro, de contacto, en el que se utiliza más uno de los dos lados del cuerpo y que exige movimientos explosivos. Las lesiones en el balonmano son consecuencia de todas esas características del juego y, por supuesto, de unos cuantos factores más. Intentaremos entender un poco mejor por qué se producen y cómo podemos prevenirlas.
Lesiones frecuentes en el balonmano
Las rodillas son muy vulnerables, pues el juego requiere hacer bruscos cambios de dirección, flexiones y saltos que ponen a prueba la articulación. Por eso resultan relativamente comunes las lesiones de menisco y de ligamentos de rodilla en los jugadores de balonmano, pero también los tobillos sufren por parecidas razones. Como ocurre en el baloncesto, son bastante frecuentes los esguinces de tobillo de mayor o menor grado, y para evitarlos es preciso elegir bien el calzado y seguir una escrupulosa rutina de calentamiento.
Aunque es en el tren superior donde se localizan las lesiones más clásicas del balonmano, asociadas a la acción del lanzamiento. Ese latigazo es el responsable de muchas lesiones agudas, producidas en un momento determinado del juego, y crónicas, resultado del sobreesfuerzo acumulado tras años y años de práctica.
A excepción de los porteros, que suelen padecer más lesiones de codos por la hiperextensión que estos sufren al detener los disparos, los jugadores de balonmano tienen en el hombro su zona más propensa a los problemas, pues además de los lanzamientos han de soportar el esfuerzo de los bloqueos defensivos. Las luxaciones y los daños en el manguito rotador están entre las complicaciones más comunes, junto con la limitación de la rotación interna del hombro típica de los deportes de lanzamiento.
También las muñecas sufren lo suyo durante la práctica del balonmano, aunque en muchos casos no se trata tanto de un gesto técnico como de un mal apoyo tras alguna caída.
Cómo prevenir las lesiones del balonmano
Hay que tener presente que la mayoría de las lesiones producidas en el balonmano no son consecuencia del contacto, sino de un movimiento realizado por el propio jugador lesionado. Reducirlas depende, en buena medida, de una mecánica depurada que minimice el daño causado a la extremidad tras miles y miles de repeticiones de la misma acción. Así que el trabajo estrictamente técnico será el primer apoyo para evitar problemas.
Otro de los factores que disminuirán el riesgo de lesión en el hombro es lograr un equilibrio adecuado entre los diferentes grupos musculares involucrados en el gesto. A menudo los daños crónicos vienen de esa falta de equilibrio, por lo que entre los ejercicios para la prevención de lesiones debe estar una labor de fortalecimiento que un profesional sabrá indicarte. Normalmente, se trabajarán las rotaciones interna y externa de los hombros por medio de gomas ajustadas a cada caso.
Y no olvidemos las extremidades inferiores: potenciar el cuádriceps y realizar ejercicios de propiocepción de rodilla contribuirán a estabilizar la articulación y hacerla menos vulnerable.
En ciertos supuestos, y cuando un profesional te lo aconseje, un vendaje en los dedos de la mano puede servir de ayuda si la zona ha sufrido algún percance anterior.
¿Qué nos queda? Por supuesto: el calentamiento al principio y los estiramientos al final.
Para el calentamiento has de tener en cuenta los gestos característicos del juego: incluye carreras con desplazamiento lateral y cambios de dirección, y dedica especial atención a los hombros y la acción de lanzar. Otro tanto se puede decir de los estiramientos, que deben devolver la relajación a tu musculatura. No acortes su duración y céntrate en las zonas más castigadas por la actividad.
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